Se representa a Cristo crucificado muerto, con la cabeza caída sobre el pecho con una gran expresividad, manando sangre de sus heridas descarnadas y con numerosos hematomas en cuerpo y rostro, pendiendo lacerado e inerte de la cruz en un verdadero alarde de expresionismo pasionista. Sus costados se presentan tensos con los músculos bastante definidos, pero sin exageración. Es una talla en madera policromada al óleo, de estilo barroco y autor anónimo. Está datado en la segunda mitad del Siglo XVIII, atribuído por algunos a la escuela antequerana de Diego Márquez y por otros a la escuela sevillana. La cruz original, que custodia la Hermandad, era plana en madera oscura, que fue sustituida por la actual en los años ochenta cuando se le realizó una restauración al Cristo.
Posiblemente recibió culto bajo la advocación de Cristo de las Animas, y sería titular de la extinta Cofradía de Animas de la Parroquia de San Sebastián. Fue restaurado por Pedro Manzano Beltrán en el año 2.001.
La imagen de la Virgen fue tallada por Diego Roldán Serrallonga en 1.759, según una inscripción encontrada en el interior de su mascarilla en 1.990 cuando fue restaurada por José Pérez Conde. Esta imagen tuvo su propio culto desde el siglo XVIII. Posee una conjugación de grandes valores artísticos, correcta proporción, modelado magistral y una policromía fina y transparente. Muestra un suave dolor interior, el cual junto a la dinámica expresión de sus manos, sus ojos de cristal y los dientes de nácar suman un conjunto estético de una profundidad conceptual iconográfica envidiable. Entre Diciembre de 2.013 y Febrero de 2.014 fue restaurada por Pedro Manzano Beltrán.
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